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Carlos Deschamps mi amigo y colaborador, en Buenos Aires, me envió esta nota, que tomó del periódico La Nacion de Buenos Aires, y realmente me pareció que si bien no es algo, que ocurra en muchos lugares, creo que podría ser algo bueno si se lograra hacer aquí, ya que en muchos restaurantes, lo caro no es cenar, sino el precio con el que marcan luego a los vinos. ¿No lo crees, así?
Además muchas veces debes cenar con más personas que toman un buen vino, y a la hora de repartir la cuenta, todos deben pagar una cifra altísima, aunque no hayan tomado ni una gota de ese excelente vino.
Leé la nota, yluego si quieres escríbeme!! y asi me cuentas tú opinión.
Gracias Carlos, me ha encantado la nota!!!
Ahora, la costumbre es llevar el vino de casa al restaurante
El «descorche» es una práctica cada vez más aceptada en el mundo gourmet
Hasta hace pocos años era raro y hasta un gesto de mala educación. Pero de a poco fue ganado adeptos y más lugares comenzaron a incorporarlo como un «derecho» de los comensales y también como una estrategia para atraer más clientela.
Llevar el vino al restaurante y pagar por el servicio de descorche dejó de ser una excentricidad de algunos pocos para convertirse en una práctica cada vez más aceptada.
Si bien no es una tendencia generalizada, no son pocos los lugares que lo premiten, y que tienen precisamente esa filosofía: allí sólo hay vino de la casa, por eso el 95% de la clientela lleva su botella para saborear, por ejemplo, el exquisito conejo que preparan como especialidad.
Se trata de un bodegón francés de 64 cubiertos y una fiel clientela.
«El descorche es algo que aplicamos desde que se abrió el restaurante, en 1961.
Mi abuelo, Serge Noceti, fue el primero que lo empezó a usar acá, por una cuestión de necesidad. Los clientes que venían pedían un vino específico y como no lo tenía, les decía que lo trajeran desde la casa», contó Maximiliano, ahora a cargo del restó.
Este lugar, a diferencia de la mayoría, no cobra por el servicio de descorche. «Acá no lucramos con la bebida. Simplemente creemos que la
comida se luce más con un buen vino», explicó Maximiliano, y dijo que, aunque la mayoría lleva botellas de 20 o 30 pesos, hay algunos que entran con ejemplares de más de 100 dólares.
Sudeste, una encantadora casa ribereña en el bajo de San Isidro es atendida por sus dueños, y comenta que su restaurante es de barrio, y con comida simple pero exquisita, lo cuál, el lugar invita a sus clientes a que traigan su vino desde los inicios del restó, hace 16 años.
Según Verónica Marré, la hija de la dueña de La Bataraza, el sistema nació casi a la fuerza. «Siempre incorporamos el descorche porque cuando abrimos no teníamos plata para comprar grandes vinos.
Ahora tenemos algunos buenos, pero como la idea es que sea un restaurante de barrio, no cargamos mucho los precios. Lo nuestro es la comida.» Por el servicio de descorche el restaurante cobra 6 pesos. Marré asegura que mucha gente trae el vino fatto in casa , de su propia cosecha. Y muchas veces se lo dan a probar.
Reglas :
Otros lugares ofrecen descorche limitado, por ejemplo, a un día en la semana. Se trata de una estrategia para atraer clientes en noches donde las mesas no suelen estar llenas.
Claro que esta práctica tiene sus reglas: según Beltrame, la primera e inquebrantable es nunca llevar un vino que figura en la carta.
«Por eso, conviene indagar primero cuáles son las etiquetas con las que trabaja el restaurante», recomienda.
La otra norma también tiene que ver con las buenas costumbres: si se trata de un vino especial, de edición limitada o de cosecha propia, hay que convidar.
Ese gesto probablemente abra la puerta definitiva para que el dueño siga permitiendo la práctica en su restaurante.
Además, se sabe: una copa de buen vino no se le niega a nadie.
Esta nota fue editada por
Por Laura Reina
De la Redacción de LA NACION
http://www.lanacion.com.ar/informaciongeneral/nota.asp?nota_id=984170&origen=amigoenvio