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Desde Londres nos llegan sus noticias por la Agencia Reuters, y comentan cosas que ya sabemos, pero que no nos viene mal recordar.
Las reservas son tan difíciles de conseguir en El Bulli, el mejor restaurante del mundo, que incluso su chef, Ferrán Adriá, no puede conseguir una reserva para amigos en un plazo corto.
Abierto sólo seis meses al año, El Bulli, situado en la localidad gerundense de Rosas, está reservado con meses, o años, de antelación, pese a que el menú de 30-40 platos cuesta unos 300 euros por persona.
Adriá dice que incluso aunque un premio Nobel llamara para reservar una mesa, sólo podría hacerle un hueco en el establecimiento de 50 plazas si hubiera cancelaciones. Y éstas son pocas.
«Si tuvieras una reserva y no pudieras venir, ¿qué harías?», dijo Adriá, de 46 años, a Reuters en una entrevista.
«Llamarías a un amigo y le dirías ‘tengo una reserva en El Bulli’. Así que si esto es lo que ocurre, no tenemos cancelaciones», añadió.
Se podrán imaginar que es exactamente lo que ocurre, porque mi querida amiga Ana, tuvo la gentileza de invitarme, ya que una de las personas que habia reservado desde hacia muchos meses si es que no hace año y pico, no podia ir, y que creen que me habia ocurrido a MI!!!!!!!!!!!!!! Que era imposible que fuera, porque estaba con un collarin, por mis vertigos!!!! Puedes creerlo????!!!!!! Me he perdido la posibilidad de ir a comer, a El Bulli!! porque verlo a él, y escucharlo es una gozada, pero ya poder tener la suerte de ir a comer, hubiese sido!! lo mas!!! En fin, que deberé confiar en el criterio de Ana y cia, y Rosa y cia!!! que espero que me cuenten todo, asi te podre comentar que han comido este año!!!! 2009!!!!
Votado el mejor restaurante del mundo en cuatro ocasiones, según encuestas de la publicación Restaurant Magazine, El Bulli sirve platos pequeños, cada uno de los cuales está presentado con exquisitez y es fruto de meses de experimentación culinaria. Algunos lo llaman gastronomía molecular.
Adriá y su equipo de 70 personas usan ingredientes como nitrógeno líquido, centrifugadoras y básculas de precisión para crear gelatinas calientes, fruta asada e innovaciones como el caviar de melón.
Los platos están diseñados para entretener tanto como para alimentar, y algunos son deliberadamente provocadores.
Un barquillo de apariencia angelical llamado «Leche eléctrica», elaborado con la flor de la pimienta de Sichuán, envía un shock a la lengua parecido a lamer los dos polos de una batería. (la he probado en MadridFusion 2009, y casi la mato a la persona que me los hizo probar!!! jajaja)
«Nunca en tu vida has experimentado esta sensación en tu paladar», dijo Adriá.
Un nuevo libro que revela las experiencias a los comensales muestra que muchos encontraron la provocación un exceso.
En «Food for Thought, Thought for Food», el periodista estadounidense Bill Buford dijo que su esposa casi se salió del restaurante tras la inesperada sensación de la pimienta de Sichuán en la boca.
«Casi le incineró la lengua», dijo en un mesa de discusión de críticos que habían sido invitados a comer en El Bulli.
El libro detalla cómo El Bulli fue durante cien días en 2007 un puesto oficial del festival de arte internacional «documenta», que se celebra cada cinco años en Kassel, Alemania.
Cada día dos personas eran seleccionadas y llevadas a El Bulli para cenar, con la única condición de que después tenían que narrar su experiencia.
«La comida fue una experiencia y un arte», escribió un estudiante de unos veinte años. «Disfruté muchísimo y me hizo vomitar», añadió.
Otros fueron menos jocosos. «He comido en El Bulli y el mundo ya no es lo que era», escribió Aldo Duelli. «Comes cosas que son todo y nada, aire y tierra, fuego y hielo».
Extraordinario para un libro sobre comida, el volumen de 350 páginas está editado por dos figuras destacadas del panorama artístico, el veterano artista pop Richard Hamilton, un habitual de El Bulli, y Vicente Todoli, director de la Tate londinense.
Contiene un catálogo fotográfico de casi 1.500 platos servidos en El Bulli desde 1987 pero en lugar de recetas, incluye discusiones sobre la relación entre arte y la cocina de Adriá.
Este es un tema que excita a Adriá, que dijo que quiere fomentar el diálogo entre la cocina y el mundo del arte.
Eso no significa que los cocineros se vuelvan pintores o los pintores cocineros, dice. Quiere una colaboración que resulta en el tipo de «creatividad emocional» que te pone la carne de gallina.
«Todos los días recibo correos electrónicos de personas que quieren hacer trabajos sobre la cocina de vanguardia – fotógrafos, pintores, artistas de todo el mundo», dijo.
«Pero quieren hacer un trabajo sobre nuestro trabajo, no quieren un trabajo paralelo conjunto», añadió.
El nuevo libro claramente es un nuevo paso para Adriá, que dijo que estaba sobrecogido por que Hamilton y Vicente dedicaran 18 meses de su tiempo a este trabajo.
«Nadie puede imaginar cómo me siento hoy», dijo Adriá en un evento en Londres para el lanzamiento internacional de su libro.
«En mi carrera me han pasado muchas cosas buenas, pero ésta es el zenit», apuntó.