«Menos producto manufacturado, menos producto de la estantería del supermercado, y más volver a pelar cebollas», ha recomendado.
Santamaría ha sugerido «cambiar el contenido de lo que ponemos en nuestros platos», y ha advertido de que «la administración de una familia puede tener su peor fuga en la cocina».
Por ello, ha insistido, es fundamental «ir al mercado y ver que en los productos básicos los precios están al alcance de la mayoría», pensando de manera «sostenible» y en función de la estacionalidad.
«Ahora hay que comer tomates, hay que comer sardinas, hay que comer jureles, hay que comer en función de la estacionalidad y dejarse de tonterías como comer cerezas en invierno», ha protestado.
Para Santamaría no se trata sólo de una cuestión económica, ya que, según ha dicho, «cocinar quiere decir comprar productos frescos, ir a la plaza del mercado, e ir a la plaza del mercado es tener una relación humana».
El popular cocinero, que el año pasado desató una controversia por sus críticas al uso de productos químicos entre algunos de sus compañeros, como el reputado Ferrán Adriá, ha insistido en que «la raíz cultural de la cocina es que ´con las cosas del comer no se juega´».
«Mientras el mundo continúa padeciendo falta de alimentos, no tenemos derecho a frivolizar con la comida», ha aseverado Santamaría, quien ha dicho que lo que la sociedad exige a los cocineros es más responsabilidad y tener una actitud de más proximidad con lo local.
Y es que, según este cocinero, «hoy no se vale evadirse de la realidad, la realidad es la que es y, si no nos gusta, tenemos que transformarla».
Una transformación que, para él, pasa por «cambiar las pautas de comportamiento y consumo» y recordar que, «hoy en día, tiene mucho más sentido hablar de cocina que de gastronomía», partiendo de que «este país tiene unas necesidades que van más allá de cubrir los vicios y los deseos».
Por todo ello, este cocinero ha defendido que «la cocina más profunda y más efectiva es la cocina familiar; más que la de los grandes cocineros, que al final lo que hacemos es mercancía para ganarnos la vida».
Frente a esa mercantilización, ha recordado que «nuestra famosa dieta mediterránea no son sólo los ingredientes de un paisaje, es una forma de comprender que a través de una mesa, de su comunicación, de su relación, las personas estamos expresando cómo somos, cómo queremos vivir, tenemos tiempo para compartir».
Y, para compartir, en una sociedad en la que conviven gentes de distintos países, apuesta por las cocinas fraternales y por tratar de «mantener la estructura de nuestra propia cultura y ser capaces de integrar de una manera amable, sencilla y espontánea costumbres que nos llegan de otras».
Así, este cocinero cuyos restaurantes suman siete estrellas Michelín, anima a todos a volver a los mercados, a los fogones, a indagar en las posibilidades de lo más cercano.
«Autores son todos los que realmente cocinan, es autora mi madre cuando hace un sofrito y lo termina con una picada», ha reivindicado.
Nota de la Agencia Efe, desde San Lorenzo del Escorial